miércoles, 27 de julio de 2016

¿Qué quiero para Venezuela? Por Alejandro Alsina

Quiero compartir con ustedes la visión de país que deseo desde un punto de vista politológico, comentarles sobre los cambios políticos, económicos que, para mi entender hacen falta en la Venezuela actual, cómo es esa vida de ciudadano que tanto anhelo.

En nuestro país se aprendió que realmente la vieja política no volverá. Tocará hacer una nueva política ¿Y cómo es una nueva política? Para mí se basa en una política comunitaria en donde los ciudadanos puedan tener más participación en los asuntos públicos ante los problemas comunes.

Venezuela necesita del aporte de todos y cada uno de nosotros, debemos empujar y remar en la misma dirección y para ello debemos construir canales de comunicación efectivos entre nosotros y a diferentes niveles. Vías que deben basarse en el reconocimiento y respeto mutuo, que tengan como meta objetivo el bien común de toda la nación. Este cambio puede provenir de la misma dirigencia, es decir que venga de arriba hacia abajo, pero creo que un camino viable es que esa consciencia nazca y se propague desde y entre nosotros mismos


Deseo una Venezuela en donde se respeten todos los preceptos democráticos, La posibilidad de una legitimidad democrática en el mediano plazo depende de la superación del militarismo, el elitismo y el personalismo en cualquiera de las combinaciones que conocemos. La superación de la tensión civilismo-militarismo, presente a lo largo y ancho de la historia política venezolana, a favor de la ciudadanía es una condición necesaria para alcanzar un sistema político democrático. El modelo político propiciado por los gobernantes de los últimos años, lejos de contribuir a la superación del militarismo, ha convertido a la Fuerza Armada en pilar político del régimen. Disolver los límites entre lo militar y lo civil es quebrantar las bases de la democracia. Superar el elitismo y el personalismo es el mayor desafío del proyecto democrático. El verdadero desafío es crear las condiciones para la existencia de un pueblo de ciudadanos, dotado de una cultura política democrática, organizado para la participación permanente en la vida pública.

No hay democracia sin ciudadanos, sin instituciones y sin libertad; es decir, sin un sistema integral y político que inste a la participación y a la armonía social en todos sus aspectos, que le confiera validez y eficacia, pero sumado con una condición esencial y es que los ciudadanos se unan y reaccionen a favor de ella, contando con los medios personales y colectivos para lograr que la democracia se imponga, no solo como un valor primordial sino que exista el convencimiento ético de que todos debemos actuar con la fuerza necesaria y persuasiva para imponerla.

En lo económico, deseo un país que no sea dependiente de la renta petrolera. Sueño con que se “siembre el petróleo”, que se siembre en una educación básica y media de calidad, un país en el que los profesores sean bien pagados; que se siembre para crear un sistema en el que se recompense el mérito y el trabajo arduo.

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