1. ¿Qué es la ciudadanía?
Ciudadanía es la condición que se otorga al
ciudadano de ser miembro de una comunidad organizada.
A su vez, ciudadano se considera a toda persona que es
miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus
leyes (Diccionario de la Real Academia Española).
2. ¿Qué debemos hacer para construir ciudadanía?
Sin instituciones fuertes y representativas no hay ciudadanía ya que, el
status, los derechos y deberes reclaman instituciones públicas para garantizar
el ejercicio o el cumplimiento de los mismos. La igualdad requiere acción
pública permanente, las libertades urbanas soportan mal las exclusiones que
generan las desigualdades económicas, sociales o culturales. La ciudadanía va
estrechamente vinculada a la democracia representativa para poder realizar sus
promesas.
Pero la ciudadanía no se refiere solo a los grandes asuntos del Estado
sino y sobre todo a los problemas cotidianos, a la participación en la
regulación del uso del espacio público, a la normalización justa de las
relaciones del Estado con los ciudadanos.
En una palabra, la ciudadanía pasa por la construcción y el
fortalecimiento de la civilidad, de la sociedad civil. "El ciudadano se
construye en la participación política sobre el destino de la sociedad. Sin una
participación en la vida pública no es posible construir la ciudadanía: el ciudadano
debe, como pensaba Aristóteles, ser aquel que es capaz de gobernar y de ser
gobernado. Por consiguiente el proyecto de ciudad debe tener como eje
articulador la construcción de una nueva ciudadanía"
Por lo tanto, esto se concreta en la participación, por diversos
mecanismos, en la toma de decisiones sobre cuestiones de interés común: “La
autonomía política de los ciudadanos debe expresarse en la auto-organización de
una comunidad que se da sus leyes mediante la voluntad del pueblo. La autonomía
privada de los ciudadanos debe por otra parte - señala Habermas – cobrar forma
en los derechos fundamentales que garantizan el dominio anónimo de las leyes”.
Landau explica:
"si la ciudadanía es algo que remite a un proceso histórico,
siempre vamos a estar hablando de una construcción de ciudadanía y de que haya
también una reconstrucción constante de esa ciudadanía".
3. ¿Quién es el pequeño ciudadano?
Los pequeños ciudadanos serán todos esos niños que quieran aprender
sobre los valores civiles de la convivencia y el respeto.
La formación integral desde la primaria juega un papel fundamental
porque los más pequeños serán el futuro de cada país, por lo tanto, la
enseñanza activa del significado y alcance de cada valor, creará en ellos un
sentido de pertenencia.
4. ¿Cuáles son los derechos y deberes de los niños y adolescentes?
Derechos del niño venezolano:
- Conocer
a sus padres.
- Ser
alimentado, asistido y protegido hasta su total desarrollo.
- No
ser explotado ni maltratado física ni mentalmente.
- Ser
amparado y defendido por la ley.
- No
ser considerado delincuente.
- La
libertad.
- No
ser tratado con calificativos humillantes ni a discriminación alguna.
Deberes para con nuestra patria:
- Honrar
y respetar la Bandera.
- Honrar
y respetar el Escudo.
- Honrar
y respetar el Himno Nacional.
- Amar
a la patria.
Deberes con nuestra comunidad:
- Colaborar
en el mantenimiento de las buenas condiciones de los servicios públicos
tales como el teléfono, el transporte y otros. Evitar rayar o dañar todo
aquello que está al servicio de las personas y todo lo que pertenece a
otras familias o individuos.
- Colaborar
con el aseo de la comunidad no arrojando desperdicios a la calle,
jardines, parques o establecimientos.
- Contribuir
con el mantenimiento de la escuela o parque donde se realizan
actividades.
- Respetar
el espacio de sus vecinos.
- Conocer
las normas de su comunidad.
5. ¿Qué quiero para Venezuela?
No considero que la pregunta correcta sea qué quiero para Venezuela,
sino qué quiero para los venezolanos ya que, que hemos sido nosotros el foco de
los problemas galopantes actualmente.
Primeramente, hay que fomentar la educación y ese sentido de pertenencia
hacia nuestro país. El escritor francés François de La Rochefoucauld (1613-1680)
decía:
“Tres clases
hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y
saber lo que no debiera saberse.”
Los venezolanos estamos expuestos a esas tres clases y es que, hay que
procurar que cada quien se ocupe de sus propios problemas pero sin dejar de
preocuparse por los de sus vecinos. Buscar ese equilibrio y volver a confiar en
las personas que caminan junto a nosotros en la calle, que se sientan a nuestro
lado en el bus o simplemente volver a confiar en cualquier venezolano y
sobretodo en nuestro sistema jurídico y funcionarios públicos.
Recuperar el Estado de Derecho podría ser igualmente un buen comienzo,
de esta manera, las Instituciones recuperarán su autonomía e imparcialidad. Más
sin embargo, esto sólo se logrará cuando existan personas suficientemente
capacitadas para adoptar esos cargos y ejecutar las políticas, es entender que
no es el cargo para la persona sino la persona para el cargo.
Es necesario que todas esas personas que migraron buscando un mejor
futuro, vuelvan y apliquen aquí todo lo aprendido en el exterior; lo nuevo
nunca puede resultar en algo malo. Establecer y mejorar las relaciones
internacionales para conseguir así intercambios académicos y tecnológicos, e
igualmente reforzar las relaciones económicas y las exportaciones.
Apoyar a los productores nacionales sin establecer “precios justos”
sobre su producción; ellos son quienes deben marcarlo ya que saben cuánto les
cuesta la materia prima, transformarla y comercializar el producto, además de
calcular su ganancia.
Venezuela tiene la mayor tasa de embarazo
precoz en Sudamérica y la tercera de Latinoamérica, lo alarmante de estas cifras
es que reposan en gran parte en un sistema educativo deficiente en materia
sexual, el descuido de las jóvenes y el desconocimiento y escasez de métodos
anticonceptivos, como la falta de un proyecto de vida ante la pobreza y
necesidades en las que viven. El problema de esto radica en el futuro y la
calidad de vida que tendrán esos niños e inclusive las mismas madres que, en la
mayoría de los casos no terminan ni siquiera el bachillerato. No podemos
hacernos ajenos a esta situación porque somos nosotros y ellos mismos el futuro
de nuestro país.
Muchos habrán esuchado esa frase de que Venezuela está
viviendo una “descomposición social” y podría estar de acuerdo con ello pero
prefiero actuar y cambiarlo que solo dar mi opinión. El cambio debe empezar en
cada uno de nosotros, siempre buscando el bien y el equilibrio entre el
bienestar individual y colectivo. Entender además que no se puede reconstruir
en días o meses lo que se destruyó por años; tener paciencia, constancia y
confiar en Dios es lo que necesitamos.
Fuentes:
- Diccionario de la Real Academia Española.
- El Presupuesto Participativo por Jahir Rodríguez.
- RENa.
- Noticias 24.
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