Venezuela es una
nación rica en recursos y paraísos naturales, una cultura que promueve la unión
y el patriotismo, acceso gratuito a la educación y atención médica, así como
muchos elementos característicos más, sin embargo, el problema radica en el uso
de estos elementos por parte de los ciudadanos. Un porcentaje alto de la
sociedad venezolana considera que los conflictos nacionales convergen en el
desarrollo de un estratégico plan económico, cuando es evidente que cada proyecto
por muy propicio que sea, sucumbe ante las nefastas acciones de cada individuo
y su resultado colectivo es nocivo para la funcionalidad social.
Es
claro, Venezuela necesita amor, en cada uno de los aspectos, amor del cual
deriva la conciencia, los valores, la educación, la economía, la producción,
las leyes, la política, entre otros aspectos. Debemos, igualmente,
devolver el carácter de trabajo y lucha de la cual históricamente somos
poseedores.
Anhelo
una Venezuela que promueva el ingenio de cada individuo y otorgue el sentido de
capacidad a sus facultades, que fomente la producción agrícola con diversos
métodos que promuevan la conservación de nuestros recursos naturales y el
bienestar de los agricultores, que promueva la competitividad profesional,
puesto que el funcionamiento de cada persona es vital en una nación.
Igualmente, se requiere expandir la investigación e innovación científica,
deportiva y artística, considerando que es el ámbito en el cual se desarrolla
la juventud, incluso la niñez. Necesitamos una Venezuela que otorgue igualdad
de posibilidades a todos los ciudadanos, sin importar su origen étnico o cultura,
su ideología política, condición económica, profesión, todo con la finalidad de
promover el interés colectivo en desarrollarse en el área vocacional por la
razón de pasión, gozar de cada sector básico sin alguna dificultad, así como
servicios de salud y educación de calidad gratuitos, y derecho a la libre
opinión sin consecuencias.
Estos
y muchos objetivos más podrían ser alcanzados al ejercer una correcta
ciudadanía. Considerando el estado actual de Venezuela, es una tarea que
debemos iniciar de carácter inmediato, promover su difusión con nuestros
familiares, vecinos, profesores, conocidos. Con conciencia, esperanza, amor y
paciencia podemos recuperar y mejorar nuestra Venezuela.
Debemos
caer en cuenta de que hay siglos de historia detrás de nosotros, cada vez que
renunciamos tácitamente a ejercer un derecho ciudadano, estamos menospreciando ríos
de sangre indígena, patriota y libertaria que corrieron en a través de toda
Venezuela para que fueran reconocidos tales derechos. No dejemos en vano el
brazo de Bolívar, ni el ideal de Miranda, no hagamos que su tortuoso arado haya
sido en el mar. Cuando renunciamos a votar, ignoramos vilmente las luchas
democráticas del siglo XIX y XX, e irrespetamos el sacrificio de aquellos que
si fueron ciudadanos y exigieron sus derechos, aun cuando esto fue lo último
que hicieron.
Einstein
decía que la crisis es la mejor bendición que puede ocurrirle a personas y
países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia
como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los
descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a
sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y
penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las
soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El
inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las
salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una
rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
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