viernes, 5 de agosto de 2016

Anhelo ciudadano.

Venezuela es una nación rica en recursos y paraísos naturales, una cultura que promueve la unión y el patriotismo, acceso gratuito a la educación y atención médica, así como muchos elementos característicos más, sin embargo, el problema radica en el uso de estos elementos por parte de los ciudadanos. Un porcentaje alto de la sociedad venezolana considera que los conflictos nacionales convergen en el desarrollo de un estratégico plan económico, cuando es evidente que cada proyecto por muy propicio que sea, sucumbe ante las nefastas acciones de cada individuo y su resultado colectivo es nocivo para la funcionalidad social.
Es claro, Venezuela necesita amor, en cada uno de los aspectos, amor del cual deriva la conciencia, los valores, la educación, la economía, la producción, las leyes, la política, entre otros aspectos. Debemos, igualmente, devolver el carácter de trabajo y lucha de la cual históricamente somos poseedores.
Anhelo una Venezuela que promueva el ingenio de cada individuo y otorgue el sentido de capacidad a sus facultades, que fomente la producción agrícola con diversos métodos que promuevan la conservación de nuestros recursos naturales y el bienestar de los agricultores, que promueva la competitividad profesional, puesto que el funcionamiento de cada persona es vital en una nación. Igualmente, se requiere expandir la investigación e innovación científica, deportiva y artística, considerando que es el ámbito en el cual se desarrolla la juventud, incluso la niñez. Necesitamos una Venezuela que otorgue igualdad de posibilidades a todos los ciudadanos, sin importar su origen étnico o cultura, su ideología política, condición económica, profesión, todo con la finalidad de promover el interés colectivo en desarrollarse en el área vocacional por la razón de pasión, gozar de cada sector básico sin alguna dificultad, así como servicios de salud y educación de calidad gratuitos, y derecho a la libre opinión sin consecuencias.
Estos y muchos objetivos más podrían ser alcanzados al ejercer una correcta ciudadanía. Considerando el estado actual de Venezuela, es una tarea que debemos iniciar de carácter inmediato, promover su difusión con nuestros familiares, vecinos, profesores, conocidos. Con conciencia, esperanza, amor y paciencia podemos recuperar y mejorar nuestra Venezuela.
Debemos caer en cuenta de que hay siglos de historia detrás de nosotros, cada vez que renunciamos tácitamente a ejercer un derecho ciudadano, estamos menospreciando ríos de sangre indígena, patriota y libertaria que corrieron en a través de toda Venezuela para que fueran reconocidos tales derechos. No dejemos en vano el brazo de Bolívar, ni el ideal de Miranda, no hagamos que su tortuoso arado haya sido en el mar. Cuando renunciamos a votar, ignoramos vilmente las luchas democráticas del siglo XIX y XX, e irrespetamos el sacrificio de aquellos que si fueron ciudadanos y exigieron sus derechos, aun cuando esto fue lo último que hicieron.
Einstein decía que la crisis es la mejor bendición que puede ocurrirle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.

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